Público exaltado, músicos que tocaban y bailaban en el escenario en los bises… En su primera prestación en París, la noche del viernes, la Orquesta Simón Bolívar de los jóvenes de Venezuela zarandeó los códigos del concierto clásico bajo la batuta apasionada de su director estrella, Gustavo Dudamel.
Foto: AFP Photo / Thomas COEX
A sus 28 años, el joven prodigio venezolano, que acaba de asumir la dirección musical de la prestigiosa Filarmónica de Los Angeles, que compaginará con la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo (Suecia), es una figura que todos se disputan.
Al término de su segundo concierto en la Salle Pleyel, este sábado, el ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, lo nombrará caballero de las Artes y las Letras. Al mismo tiempo, las insignias de oficial de la legión de honor distinguirán a su mentor, José Antonio Abreu, fundador en 1975 de un célebre sistema de formación musical para niños en general desfavorecidos.
De las 30 orquestas profesionales reagrupadas en ese “sistema”, la Simón Bolívar, integrado por 200 músicos menores de 26 años, es el más importante. Desde que asumió la dirección musical Gustavo Dudamel en 1999, han recorrido América, Asia y Europa, recientemente hasta Viena.
París era asignatura pendiente en el palmarés de los jóvenes venezolanos, una anomalía reparada este viernes con todo un acontecimiento: un concierto con dos orquestas, la Simón Bolívar y la Filarmónica Radio France, que Gustavo Dudamel frecuenta desde 2005.
El programa incluía música de Francia y de Venezuela con la danza como denominador común. Dudamel dirigió primero a la “Filar” en la suite n°2 de “Dafnis y Cloe” (1913) de Maurice Ravel, imprimiendo una fuerza irresistible a la “danza general” orgiástica que cierra la obra.
Le tocó luego a la Simón Bolívar, que pudo demostrar su vitalidad y potencia colectiva con “Santa Cruz de Pacairigua” (1954) del venezolano Evencio Castellanos, obra muy colorista (por el metal), tan compleja como ágil en el plano rítmico.
La obra maestra quedó para el final: la “Sinfonía fantástica” (1830) de Berlioz, con guiños a la danza entre “Un baile” gracioso y una aterradora “Marcha al suplicio”. Unos 150 músicos provenientes de las dos orquestas interpretaron este viernes la partitura con evidente peligro de asfixia por efecto de la masa. Pero Gustavo Dudamel ganó la apuesta gracias a sus gestos límpidos y electrizantes, a su inteligencia musical.
El público de Pleyel lo aclamó ruidosamente, en un ambiente a medio camino entre auditorio sinfónico europeo y el campo de fútbol suramericano, con ovaciones de pie y banderas venezolanas desplegadas.
En lugar de ir de estrella, el joven director de los pendientes de azabache saludó mezclado con sus músicos y pidió largos aplausos para sus solistas. Como propina ofreció un mambo endiablado (”West Side Story” de Bernstein) en el que los instrumentistas se levantan todos a una y los contrabajos giran como peonzas.
El concierto fue difundido en directo por cuatro sitios de internet (arteliveweb.com, concerts.radiofrance.fr, sallepleyel.fr, francemusique.com) y permanecerá visible en ellos varios meses.
Además, el canal franco-alemán Arte ha programado el próximo lunes un documental sobre el “Sistema” publicado por EuroArts, mientras que Deutsche Grammophon acaba de sacar otro DVD con el concierto de la Simón Bolívar en el Festival de Salzburgo 2009.
Benoit Fauchet
© 1994-2009 Agence France-Presse
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